Historias humanas
Teresa, octogenaria y sobreviviente a la covid-19
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Teresa Rivera no prestó atención al coronavirus hasta que estuvo al borde de la muerte. |
Brunella Baldini, Ricardo Checa y Fernanda Cruz | Piura | 7 JUN 2020
Era 16 de abril cuando Teresa Rivera, de 80 años, comenzó los síntomas que caracterizan a la Covid-19. Se rehusaba a dejar el negocio que había mantenido por años. Vive junto a la familia de su hija Sara, en un casa donde nadie prestó importancia al coronavirus. Ella tampoco imaginó lo traumático que iba a ser sobrevivir a la enfermedad.
Todo comenzó con un dolor de cabeza, luego vinieron los demás síntomas. Cuando sus familiares lo supieron, se negaban a creerlo. Ella misma no aceptaba el mal. Su yerno Antonio llamó a Leticia, la otra hija de Teresa. “La viejita esta grave, se ha desmayado y no nos reconoce”, le dijo. Para entonces ya no podía respirar con normalidad.
A partir de ese momento, la familia ingresó en un periodo de tensión y angustia. “Estuvimos como locos buscando una prueba rápida y encontramos que en la clínica Carita Feliz estaban haciéndola. Costaba 200 soles y se necesitaba una orden médica”. Pudieron aplicársela, con la que le diagnosticaron el mal. “Estaba en la cúspide de la enfermedad”, relató Leticia.
Sin sitio en el hospital
Teresa tenía muchas dificultades para espirar, y "en ningún hospital la querían recibir”, contó Antonio. La llevaron al Hospital Regional en Miraflores, donde le dijeron: “¿Sabe qué señora? Acá la vamos a poder tener solo por horas porque así como usted hay más personas que necesitan ser atendidas”. Leticia recuerda esos días con tensión: “Mi mamá necesitaba oxígeno en ese instante, sin eso se moría”, señaló.
En el Hospital Santa Rosa les explicaron que no tenían camas y que probablemente en una semana recién podrían conseguir una. En el Hospital Regional presionaron a Leticia para que se lleve a su madre.
Su nieto Fabricio logró contactarse con la representante del Ministerio de Salud, encargada del manejo interno de cada hospital, tras insistir innumerables veces en la línea telefónica 113. La representante le prometió que iba a poner a su abuela como prioridad, y así fue. En una hora, llegó la ambulancia al Hospital Regional, en la que trasladaron a su abuela al hospital Santa Rosa.
Trato deshumanizado
Su familia no supo nada de ella en 3 o 4 días. El hospital no da información con regularidad de los pacientes. Todos temían que hubiese muerto. Cuando pudieron verla, notaron el descuido en cuanto a aseo personal de Teresa. Ella ha denunciado haber sido objeto de un trato poco empático por personal del servicio. “A los ancianos no nos toman importancia, nadie tiene esperanza de que sobrevivamos”, dijo.
Entre las experiencias que recuerda muy vívidas están el haber visto a una enfermera desmayarse y la muerte de dos personas en camas vecinas. “Lloraba porque me sentía sola, dejada, porque no me trataban bien, lloraba porque sentía que mi familia se había olvidado de mí. Fue muy triste, yo pensé que me moriría”, narró.
El 4 mayo, 18 días después, los médicos llamaron a la familia para decirle que Teresa había sobrevivido a la covid-19 y estaba lista para irse a casa. Sus familiares pensaron que querían deshacerse de ella. “Cuando la vimos salir, estaba bien flaquita pero bien flaquita, se le notaban sus huesitos”, contó su nieto Fabricio.
Teresa no ha recibido un tratamiento psicológico adicional. Por las noches, tiene pesadillas con su estancia en el hospital. Teme regresar. Por ahora, y a pesar de la edad, ha vencido a la enfermedad que ya ha matado a 700 personas en Piura.
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