Los refugios animales de Piura y Lambayeque, sin apoyo

Mascotas

Los refugios animales de Piura y  Lambayeque, sin apoyo

. Los representantes de centros de acogida de animales también sufren y son golpeados por la pandemia


El aislamiento ha dificultado la administración y el cuidado de los refugios animales.

Fernanda Cruz | Piura | 19 JUN 2020

Tras varios años de trabajo, distintas organizaciones de protección animal parecían por fin haber encontrado un panorama favorable. Sin embargo, la pandemia golpeó fuerte a los refugios. Fue tanto el nivel de desinformación que “muchas personas comenzaron a abandonar a sus mascotas, creyendo que estas podrían contagiarse de coronavirus”, sostuvo Diana Gonzales, representante del Refugio Animal Chiclayo. Incluso, las personas que salían a alimentarlos en las calles dejaron de hacerlo porque ya no contaban con los medios económicos o la libertad para hacerlo.

Para los refugios, la situación actual es complicada. “Las rutinas de alimentación, los rescates, las campañas sociales y los centros veterinarios han disminuido por la limitación de recursos”, explicó Aralid Távara, representante de Alfa Animal Perú. 

Alejados de las ciudades, los “recogiditos”, como denominan los voluntarios a los animales acogidos, de los refugios de Lambayeque y Piura han recibido la visita esporádica de sus cuidadores, en parte porque la mayoría de voluntarios no cuenta con permisos laborales y movilidad que les permita llegar hasta donde se encuentran los establecimientos, muchos ubicados a unos 40 minutos de cada ciudad.

Sin donaciones

Gonzales explicó que, para estos albergues, las consecuencias han sido duras: las donaciones de alimentos y medicinas han disminuido drásticamente, la mayoría de veterinarias no se encuentran operativas, las campañas de adopción y esterilización han tenido que pausarse.

Asimismo,Távara indicó que los animales refugiados más delicados, como aquellos que necesitan de alguien que les dé medicina cada cierto tiempo o que los alimente directamente, han sido ubicados en los propios hogares de los voluntarios de cada refugio, quienes, a pesar de las dificultades, han tenido que hacer espacios para ellos.

Por otro lado, señaló que el impacto más doloroso para ambos refugios ha sido el tener que dejar de admitir a nuevos animales a los albergues, debido a que los recursos son tan escasos que apenas pueden mantener a los “recogiditos” que ya tienen.


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